jueves, 16 de junio de 2011

Mi único problema en la vida

Ha pasado ya más de una semana desde que Laura Pérez consiguió plantear al Príncipe Felipe la cuestión de si plantearía un referéndum sobre la monarquía cuando llegase a reinar. Creo que la escena es conocida y se puede ver abajo. Mucho se ha hablado en los medios sobre el valor y la firmeza de Laura y lo cabal de su exposición. También se ha hablado mucho de la desafortunada manera que tuvo el príncipe de zanjar la discusión al verse incapaz de rebatir un argumento tan solido como el que exponía la ciudadana. Demasiado acostumbrado a que la ciudadanía le dedique piropos y lametones en su regio culo, se sintió incapaz de confrontar su punto de vista.


Pero no era sobre esto sobre lo que quería reflexionar. Hay un momento del vídeo que me llama poderosamente la atención y que no he oído comentar a nadie en los medios, ni siquiera a la propia Laura en las entrevistas que le he escuchado.


Cuando la situación se está empezando a poner incómoda, un interpelante desconocido, ya que está fuera de campo, de pregunta a Laura: "¿Ese es el único problema que tienes en la vida?".


Ya estamos. Como ya no tienes argumentos, apelas a la urgencia del problema. Esta es una estrategia muy usada por la derecha y/o la gente instalada en el poder ante propuestas de reformas que no les interesan. Apelan a la conveniencia del momento. Ya lo hicieron en su momento ante reformas como la del matrimonio homosexual, el divorcio exprés, la reforma de la ley del aborto, etc. ¿No os suena haberlo escuchado ya?


¿Qué les pasa a esta gente? ¿Acaso no son capaces de caminar y comer chicle a la vez? Si de verdad no fuéramos capaces de ocuparnos de más de un problema a la vez, no habríamos salido de las cavernas. Estoy seguro de que Laura tiene muchos asuntos en su vida más urgentes y hasta importantes que el modelo del Estado en el que vive, y seguro que les dedica todo el tiempo que requieren. Pero cuando tiene la oportunidad de ocuparse de un asunto importante para ella, lo hace, sin que ello suponga descuidar ninguno de los otros. Y lo hace con firmeza.


Si solo nos ocupamos de lo urgente, nunca afrontaremos otros asuntos importantes. Muchas veces he oído en debates políticos (o más bien declaraciones, porque debatir, lo que se dice debatir, esta gente no lo hace nunca) que "eso no interesa (o preocupa) a los ciudadanos". Pero por si acaso no se molestarán en preguntar, no vaya a ser que se lleven una sorpresa.


En otros casos, cuando a un gobierno le ha dado por legislar para ampliar las libertades individuales de los ciudadanos, la oposición ha atacado con el argumento de que está distrayéndose con asuntos que no urgen a los ciudadanos (en lugar de argumentar con sinceridad que lo que no les viene bien es que se amplíen las libertades individuales). ¿De verdad se creen que somos tan tontos? ¿No hay gente suficiente trabajando en un gobierno, o en el parlamento legislando, como para que se repartan la tarea, unos lo urgente y otros asuntos importantes aunque menos urgentes?


Por favor, ya que no nos tienen en cuenta, por lo menos que no insulten nuestra inteligencia, que no nos chupamos el dedo.


Gracias a Laura por recordarnos que lo urgente no quita que nos podamos ocupar también de lo importante.

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