domingo, 15 de febrero de 2009

Manías y supersticiones

Escuché una vez en la radio, con gran divertimento de los tertulianos, hablando sobre manías y supersticiones varias, que Antoñete, el torero, no acudía al estudio si había algo amarillo, por lo cual cuando iba había que quitar todas las alcachofas de los micrófonos, ya que estas eran, cómo no, amarillas (¡me has pillado! suelo escuchar la SER). ¡Qué risa! ¡Hay que ver qué cosas tiene el abuelo! Y ahí se quedaba la cosa.


Pero a mí este tipo de anécdotas me dan por pensar. Vamos a ver. En el caso concreto del color amarillo:


-¿No era una superstición de actores limitada al vestuario en escena?


-Sí, claro, pero como su origen está en el color de la ropa que vestía Molière en el momento de su muerte, está claro que el amarillo es un color maldito. Para cualquiera y en cualquier situación o circunstancia. ¿Lógico, no?


-Claro, claro. Sin duda si hubiera vestido otro color, su enfermedad no habría progresado hasta el punto de causarle la muerte. Además habrá sido Molière el único actor que ha muerto en escena en toda la historia del Teatro...


-No, claro que no. Deben haber sido muchos, pero Molière, sin duda ha sido el más famoso.


-Ante un argumento así, no me queda nada más que añadir. El amarillo es sin duda maldito y lo expulso de mi vida para siempre.


Recuerdo que no hace mucho trabajé con un director de escena italiano y surgió este tema durante una cena:


-¿Cuál es aquí, en España, el color maldito para los actores?- preguntó.


-El amarillo- respondimos.


-¿Por qué?


-Porque dicen que es el color que vestía Molière cuando murió.


-¡Ah! Pues en Italia es el verde (creo recordar que dijo verde, pero igual era otro. Da igual, la cuestión es que no era amarillo).


-¡Qué curioso!- respondimos. -¿Por qué el verde?


-Porque dicen que es el color que vestía Molière cuando murió.


Y seguro que, al igual que esta, podemos desmontar sin esfuerzo cualquier estupidez de este tipo de las muchas que nos rodean.


Porque vamos a ver ¿de verdad alguien en sus cabales se toma realmente en serio los poderes sobrenaturales de un pobre animal que ha nacido con su pelaje negro? ¿O las fuerzas telúricas que se activan al quebrarse una superficie de vidrio?


Seamos serios. Yo entiendo y acepto que se tengan pequeños rituales cotidianos que nos proporcionen cierta tranquilidad de ánimo a la hora de encarar nuestras actividades diarias o bien que nos dispongan a encarar aquellas actividades más extraordinarias. Incluso yo creo que puedo tener alguna. Ese y no otro es el poder de los gestos, amuletos o fetiches. Me atrevo a afirmar que no tienen más poder que el que nosotros les queramos dar. Creo que cuando permitimos que cualquiera de estas chorradas se apodere de nuestra vida, nos convertimos en esclavos. Insto a cualquiera a que me convenza de lo contrario.


Reconozco que me divierte perversamente tocar las narices a la gente que sufre esta peculiar manifestación del Trastorno Obsesivo Compulsivo (esa enfermedad tan graciosa que sufre Jack Nicholson en "Mejor... Imposible").


Hay que ver lo torpe que me vuelvo a veces con los saleros. ¡Resbalan tanto!

miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Con la iglesia hemos topado...!

¡Uf...! Se me acumula la faena. Pasan tantas cosas y yo con tan poco tiempo para aportar mi inútil punto de vista.


Por ejemplo, me hubiera gustado comentar algo sobre el famoso video del Gran Wyoming, pero se ha dicho tanto... ¿Y yo que hubiera podido aportar? Reconozco que me lo comí enterito y luego me alegré enormemente y respiré aliviado. Admiro mucho a ese hombre y, ahora, además a todo su equipo y su cadena. Demuestran saber enfrentarse a sus rivales con estilo, elegancia, inteligencia y, sobre todo, con un gran sentido del espectáculo. Y, al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no? Mola estar en su bando.


Pero hoy me encuentro con una noticia en todos los noticiarios que no puedo evitar que me llame mucho la atención. Se trata de la visita del segundo de a bordo de la nave vaticana. ¿Cómo puede ser que algo, en apariencia, tan cotidiano destaque sobre todo lo demás. Para aquellos que no me conozcan debo aclarar que yo soy ateo y radicalmente laicista. Lo primero es algo personal, que afecta estrictamente a mi propio cuerpo de creencias y mi forma de enfrentarme al mundo. Cada cual que crea en lo que quiera. Pero el laicismo es lo que me enfrenta a toda esa gente de los vestiditos púrpuras y sus acólitos.


Por cierto, lo de la moda cardenalicia me recuerda una discusión que tuve una vez, hace unos quince años, con mi abuelo, con el que vivía por aquel entonces, a cuenta de lo mal que le parecía que en foros políticos y diplomáticos internacionales (ONU y similares) los representantes de los países africanos no se atuvieran a la moda occidental del traje y la corbata y decidieran lucir sus túnicas de colores. ¿Cómo pretendían ser tomados en serio? En fin, y eso que él se definía de izquierdas.


Pero volvamos a nuestro tema. Llega este señor y se le recibe como un jefe de estado. Vale. Al fin y al cabo tiene un cargo institucional en la estructura de ese peculiar estado soberano que es la Ciudad del Vaticano. Y peculiar es, no puede negarse. Es el único estado europeo no democrático (creo), la única teocracia occidental. Pero lo que lo hace más peculiar de todos es el hecho de que es el único estado que pretende que su propia legislación se aplique más allá de sus fronteras. ¿Alguien se imagina el follón diplomático que supondría algo así entre cualesquiera otros países? Ahí queda la propuesta para los amantes de la política-ficción y de las sátiras políticas.


Porque este señor ha venido para eso y no para otra cosa. Para dar una colleja a este gobierno. Porque podemos repetirlo hasta la saciedad que ellos seguirán sin querer enterarse. Las leyes sociales que extienden derechos no obligan a nada ni a nadie. Bueno, rectifico. Sí les obliga. Les obliga a tener que reconocer que la gente que según ellos no merecen ningún tipo de consideración tienen los mismos derechos que los demás. Y por lo visto eso jode bastante.


Menos mal que este gobierno, al menos en este asunto, no se achanta. ¡Chapeau! Poco a poco podremos permitirnos soñar con que les cortan el grifo del dinero público y se quita la asignatura de religión en los colegios públicos. ¡Ah, Shangri-la!


Luego llego, siguiendo el tren de pensamientos, al papel de los obispos y los sacerdotes. Estos señores, a todos los efectos son ciudadanos españoles, pero ejercen de agentes de un estado extranjero al cual reconocen sin tapujos servir prioritariamente y cuya legislación anteponen a aquella que nos rige a todos los demás. ¡Olé tus huevos! Encima ejerciendo de agitadores sociales y llamando a la desobediencia civil.


Demasiado tiempo mandando tanto hace que ahora lleven mal el que la gente quiera hacer su marcha.


Pero, ¿sabes qué te digo? Que se jodan y se vayan haciendo a la idea. La sociedad laica se va abriendo paso y el proceso no tiene marcha atrás. Hace tiempo que nos hicimos mayorcitos. Que aprendan de los militares. Se han hecho a la idea de que la sociedad no necesita tutelas y, mejor o peor, pero lo sobrellevan sin hacerse notar demasiado.


Y que se dejen de tonterías reclamando un "laicismo" con adjetivos. El laicismo o es total, radical, completo o no es. Y eso no es beligerancia. Es que cada cual acepte su papel y su lugar en la sociedad.


¡Vaya! Qué serio me ha quedado esto. No era mi intención ser tan denso, pero es que esta gente me pone muy tenso. Prometo que trataré temas más ligeros y con un tono más amable. Espero no haber espantado a nadie.

jueves, 15 de enero de 2009

Presentándome.

Bueno, por fin arranco con este proyecto. ¡Mira que me ha costado!


La verdad es que no tengo ninguna pretensión, ni siquiera se si habrá alguien que se interese lo más mínimo por lo que tenga que decir un mindundi como yo. Pero ¡qué más da! Yo lo voy a decir igual. Porque de eso va esto: un espacio donde dar rienda suelta a lo que me pasa por la cabeza. ¿Que algo de lo que pasa o se dice por ahí me cabrea? Pues que conste. ¿Que algo o alguien merece mi más encendido elogio o mi admiración más sincera? Pues ahí quedará.


Supongo que también me dará por comentar cuestiones menores, más o menos cotidianas. ¡Yo qué sé!
No tengo pensado ningún ritmo de publicación. De hecho si por algo me caracterizo en mi vida cotidiana es por mi inconstancia y mi falta de disciplina de trabajo. Así que lo siento por si hay alguien lo suficientemente infeliz como para estar esperando mi autorizada opinión sobre nada en concreto.
De momento queda inaugurado este blog. Ya veremos si continua y cómo lo hace. Ya me iré dando a conocer un poquito más en profundidad a través de lo que pueda tener que decir.
Si hay alguien ahí, que se de por saludado.

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