miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Con la iglesia hemos topado...!

¡Uf...! Se me acumula la faena. Pasan tantas cosas y yo con tan poco tiempo para aportar mi inútil punto de vista.


Por ejemplo, me hubiera gustado comentar algo sobre el famoso video del Gran Wyoming, pero se ha dicho tanto... ¿Y yo que hubiera podido aportar? Reconozco que me lo comí enterito y luego me alegré enormemente y respiré aliviado. Admiro mucho a ese hombre y, ahora, además a todo su equipo y su cadena. Demuestran saber enfrentarse a sus rivales con estilo, elegancia, inteligencia y, sobre todo, con un gran sentido del espectáculo. Y, al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no? Mola estar en su bando.


Pero hoy me encuentro con una noticia en todos los noticiarios que no puedo evitar que me llame mucho la atención. Se trata de la visita del segundo de a bordo de la nave vaticana. ¿Cómo puede ser que algo, en apariencia, tan cotidiano destaque sobre todo lo demás. Para aquellos que no me conozcan debo aclarar que yo soy ateo y radicalmente laicista. Lo primero es algo personal, que afecta estrictamente a mi propio cuerpo de creencias y mi forma de enfrentarme al mundo. Cada cual que crea en lo que quiera. Pero el laicismo es lo que me enfrenta a toda esa gente de los vestiditos púrpuras y sus acólitos.


Por cierto, lo de la moda cardenalicia me recuerda una discusión que tuve una vez, hace unos quince años, con mi abuelo, con el que vivía por aquel entonces, a cuenta de lo mal que le parecía que en foros políticos y diplomáticos internacionales (ONU y similares) los representantes de los países africanos no se atuvieran a la moda occidental del traje y la corbata y decidieran lucir sus túnicas de colores. ¿Cómo pretendían ser tomados en serio? En fin, y eso que él se definía de izquierdas.


Pero volvamos a nuestro tema. Llega este señor y se le recibe como un jefe de estado. Vale. Al fin y al cabo tiene un cargo institucional en la estructura de ese peculiar estado soberano que es la Ciudad del Vaticano. Y peculiar es, no puede negarse. Es el único estado europeo no democrático (creo), la única teocracia occidental. Pero lo que lo hace más peculiar de todos es el hecho de que es el único estado que pretende que su propia legislación se aplique más allá de sus fronteras. ¿Alguien se imagina el follón diplomático que supondría algo así entre cualesquiera otros países? Ahí queda la propuesta para los amantes de la política-ficción y de las sátiras políticas.


Porque este señor ha venido para eso y no para otra cosa. Para dar una colleja a este gobierno. Porque podemos repetirlo hasta la saciedad que ellos seguirán sin querer enterarse. Las leyes sociales que extienden derechos no obligan a nada ni a nadie. Bueno, rectifico. Sí les obliga. Les obliga a tener que reconocer que la gente que según ellos no merecen ningún tipo de consideración tienen los mismos derechos que los demás. Y por lo visto eso jode bastante.


Menos mal que este gobierno, al menos en este asunto, no se achanta. ¡Chapeau! Poco a poco podremos permitirnos soñar con que les cortan el grifo del dinero público y se quita la asignatura de religión en los colegios públicos. ¡Ah, Shangri-la!


Luego llego, siguiendo el tren de pensamientos, al papel de los obispos y los sacerdotes. Estos señores, a todos los efectos son ciudadanos españoles, pero ejercen de agentes de un estado extranjero al cual reconocen sin tapujos servir prioritariamente y cuya legislación anteponen a aquella que nos rige a todos los demás. ¡Olé tus huevos! Encima ejerciendo de agitadores sociales y llamando a la desobediencia civil.


Demasiado tiempo mandando tanto hace que ahora lleven mal el que la gente quiera hacer su marcha.


Pero, ¿sabes qué te digo? Que se jodan y se vayan haciendo a la idea. La sociedad laica se va abriendo paso y el proceso no tiene marcha atrás. Hace tiempo que nos hicimos mayorcitos. Que aprendan de los militares. Se han hecho a la idea de que la sociedad no necesita tutelas y, mejor o peor, pero lo sobrellevan sin hacerse notar demasiado.


Y que se dejen de tonterías reclamando un "laicismo" con adjetivos. El laicismo o es total, radical, completo o no es. Y eso no es beligerancia. Es que cada cual acepte su papel y su lugar en la sociedad.


¡Vaya! Qué serio me ha quedado esto. No era mi intención ser tan denso, pero es que esta gente me pone muy tenso. Prometo que trataré temas más ligeros y con un tono más amable. Espero no haber espantado a nadie.

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